En este momento histórico en el que se encuentra el fútbol sala español hay títulos internacionales, partidos televisados, patrocinadores, jugadores extranjeros, etc., el fútbol sala base sigue estando igual que antes, es decir, olvidado. No hay programación ni planificación, un equipo desde benjamín es entrenado cada año por un entrenador distinto sin una continuidad en cuanto a los contenidos de enseñanza, se preparan los partidos del fin de semana en los entrenamientos como si fuera un equipo senior y hay que ganar por encima de todo. Así las cosas, no es extraño ver jugadores infantiles que no saben ni siquiera colocarse en la cancha o que se pasan al fútbol 11 por que se aburren.
Yo soy partidario de que exista dentro de cada club una guía de contenidos como la que propongo de tal forma que aunque se vaya un entrenador y venga otro no se rompa la progresión y continuidad que debe tener todo proceso de enseñanza siempre respetando los conocimientos, experiencia, etc. de cada entrenador.
Un fútbol sala bien planificado es igual a un fútbol sala rentable en los aspectos humanos, deportivos y económicos. La mayor satisfacción para una escuela de fútbol sala es que un alumno de su escuela llegue a un club de elite, pero su principal objetivo debe ser ir escalando en su formación humana y técnica y conseguir futbolistas de salón para una actividad físico-deportiva de continuidad.
En una escuela se debe seguir el criterio de aprender sin la presión del resultado. Ello no quiere decir que despreciemos la posibilidad de ganar pero no podemos permitirnos que el ambiente que rodea al niño/alumno responda únicamente a criterios de rendimiento técnico, metas próximas y –exclusivamente- “eficacia técnica” puesto que antes que cualquier otra cosa, los entrenadores somos educadores.
